domingo, 27 de mayo de 2012

Posneoliberalismo en Brasil. América Latina en Movimiento

Por Emir Sader

Las referencias fundamentales para comprender el mundo contemporáneo son el imperialismo y el capitalismo, sin los cuales nada resulta inteligible. Así, evaluar a gobiernos y a fuerzas políticas significa, antes que todo, evaluar la posición que tienen respecto a estas dos referencias.
Los nuevos gobiernos latinoamericanos, que se volvieron mayoritarios en el continente, deben ser considerados progresistas, porque desarrollan procesos regionales de integración autónomos respecto a la hegemonía norteamericana y, por otro lado, a contramano de los gobiernos neoliberales que los han precedido, priorizan políticas sociales y no ajustes fiscales, a la vez que desarrollan Estados que inducen el crecimiento económico y garantizan derechos sociales, en lugar de Estados mínimos.
El gobierno brasileño de Lula fue el segundo en ser elegido, en 2002, después de Hugo Chávez, y se inició con una postura que fue fundamental para el futuro de América latina; recogiendo las manifestaciones en contra Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), el gobierno brasileño bloqueó su concreción, abriendo espacio para el fortalecimiento y expansión de los procesos de integración regional. Brasil empezaba a redefinir su lugar en el plano internacional, saliendo de la tradicional situación subordinada a los Estados Unidos, adoptando una posición soberana, independiente, lo cual fue decisivo para cambiar la correlación de fuerzas en el continente y para generar el aislamiento de Estados Unidos en la región.
Paralelamente, el gobierno Lula definió la prioridad de las políticas sociales, en lugar del ajuste fiscal, lo cual le permitió, aun bajo duros ataques de la derecha, conquistar gran popularidad, superar esa ofensiva, consolidar su liderazgo y elegir su sucesora. Todo ello fue posible porque Brasil –el país más desigual del continente y del mundo– por primera vez disminuyó la desigualdad, la pobreza y la miseria.
Con el gran apoyo popular logrado, Lula impuso varias derrotas a la derecha. Incluso, teniendo prácticamente toda la prensa en contra suyo, Lula logró reelegirse y elegir su sucesora, Dilma Rousseff, como presidente de Brasil.
Sin embargo, ese proceso no se da de manera lineal, ni ha logrado superar los principales escollos para consolidar lo conquistado y seguir avanzando. Los avances en Brasil se llevaron a cabo en las líneas de menor resistencia de las relaciones de poder existente.
El gobierno posneoliberal en Brasil avanzó inicialmente en dos líneas de mayor debilidad del neoliberalismo: las prioridades de las políticas sociales, a través de un agregado de programas –como bolsa familia, luz para todos, mi casa mi vida, micro créditos, entre otros–; pero el que más efectos sociales tiene ha sido el aumento continuo de los sueldos y de los empleos formales. Y los proyectos de integración regional, partiendo del Mercosur, ampliando ese proceso hacia Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa, el Banco del Sur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos.
Frente a la crisis del 2008, quedó claro que había una tercera dimensión en la diferenciación del gobierno brasileño respecto al neoliberalismo: el rol del Estado, que pasó a ser instrumento esencial para políticas anticíclicas de resistencia a la recesión internacional. En lugar del Estado mínimo, se impuso un Estado inductor del crecimiento económico y garantía de la afirmación de los derechos sociales.
La economía brasileña salió de la larga recesión que Lula había heredado de Cardoso, por primera vez disminuyó la desigualdad social, Brasil pasó a tener protagonismo internacional, en el plano regional y en los intercambios Sur-Sur.
Esas grandes transformaciones en la sociedad y en el Estado brasileño se han hecho en el marco de las regresiones apuntadas anteriormente. Algunos de estos avances han sido recuperación de la capacidad de acción del Estado, la recuperación de los niveles de formalización del mercado de trabajo, el rescate de las múltiples formas de fragmentación social.
Pese a estos avances, que determinaron que un gobierno como el de Lula alcance el mayor apoyo que gobierno alguno haya tenido, aun con los grandes medios en su contra, no hubo transformaciones estructurales en aspectos determinantes en la sociedad brasileña.
Los desafíos. La coyuntura actual plantea con claridad justamente los tres más importantes temas pendientes en Brasil, para que la superación del neoliberalismo adquiera un carácter irreversible. Por una parte, Dilma Rousseff desarrolla una fuerte ofensiva contra lo que fue una marca negativa distintiva de Brasil: la tasa de interés más alta del mundo.
Si ese ya era un problema que frenaba el ritmo de desarrollo de la economía brasileña, se ha vuelto aún más grave cuando las grandes potencias del centro del capitalismo, frente a la crisis que viven, promueven formas de proteccionismo cambiario, devaluando sus monedas y aumentando así su competitividad, arrojando, además, dinero al mercado para socorrer a sus economías en crisis, capitales que llenan las economías periféricas. Brasil es víctima privilegiada de estas políticas, por su alta tasa de interés.
El gobierno pasó a usar fuertemente los bancos públicos para presionar la baja de las tasas de interés, con resistencia inicial de los bancos privados, hasta que tuvieron que ceder, acompañando la baja. Pero el enfrentamiento se planteó claramente, con la presidenta de Brasil, reiterando un discurso duro en contra del capital especulativo y logrando el aislamiento de los bancos.
Paralelamente, la gran bancada parlamentaria vinculada a los agronegocios aprobó una reforma profundamente regresiva en el Código Forestal, contando con los votos de la derecha, de aliados de centro del gobierno e incluso de un partido de izquierda (PC do B). Dilma, cuando se acerca la reunión de Río+20, va a vetar por lo menos algunas partes de la ley, especialmente en la que se decreta amnistía para quienes han deforestado.
Dilma choca así con dos de los sectores que se han constituido en los mayores obstáculos a la implementación de un modelo de ruptura con el modelo neoliberal. El tercero es el monopolio privado de medios de comunicación. Estos pasaron a estar bajo ataque, no por iniciativa del gobierno, sino por una investigación parlamentaria que involucra medios de la prensa privada –toda ella opositora– con casos de flagrante corrupción. Ello pone a la mídia privada a la defensiva y bajo acusación, mientras que hasta aquí han estado en la ofensiva en las denuncias en contra del gobierno.
De la resolución de esos conflictos dependerá en buena medida la evolución posterior del gobierno brasileño. Además, se discute este año en el Congreso brasileño el tema del financiamiento público de las campañas electorales, que tiene dificultades para ser aprobado, pero sin el cual se vuelve casi imposible un cambio popular en la composición del Parlamento. Asimismo, en las elecciones municipales se juega la continuidad o no de la derecha en la dirección de la principal ciudad del país –Sao Paulo– en donde precisamente el candidato derrotado en las elecciones presidenciales –José Serra– es, hasta ahora, el favorito para triunfar, pero que encuentra un eventual obstáculo en el empeño de Lula de hacer campaña activa a favor del joven ex Ministro de Educación, Fernando Haddad.

sábado, 19 de mayo de 2012

El macrismo lanza su pata peronista

El ala peronista del PRO lanzó este sábado en la ciudad de Rosario la Corriente Nacional Propuesta Peronista, un proyecto que apunta a ser uno de los motores de la campaña presidencial de Mauricio Macri de cara a las elecciones de 2015.

Con esta nueva línea política, el PRO intentará sumar a dirigentes de diferentes extracciones políticas en diversos puntos del país, con el fin de ampliar la base territorial del partido y apuntalar la candidatura presidencial del jefe de Gobierno porteño.

El lanzamiento de la corriente del PRO se llevó a cabo en el Sindicato de Trabajadores del Plástico, ubicado en la Ruta Nacional 9, adonde concurrieron legisladores, funcionarios del Gobierno de la Ciudad y referentes provinciales del PRO, como el santafesino Miguel del Sel, invitado especial del acto.

"Veo a muchos jóvenes, pero también a muchas personas mayores que siguen esperando el 82 por ciento en sus jubilaciones. La política tiene que dejar de ser un negocio de unos pocos, sino díganme donde están las obras, donde están las viviendas en la provincia de Santa Fe y en todo el país que la gente tanto espera", indicó Del Sel, excandidato a gobernador de Santa Fe.

La Corriente Nacional Propuesta Peronista es impulsada por el vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, y el subsecretario de Gobierno de la Ciudad, Álvaro González, ambos llegados al macrismo desde las filas justicialistas.

"Hace casi 10 años compañeros del PJ Buenos Aires soñamos con este proyecto, y el mismo partido nos excluyó. Acá estamos los que soñamos una Argentina diferente, los que verdaderamente creemos en la justicia social. Acá estamos los peronistas que no nos arrodillamos, nos podrán sacar la filiciación al PJ, pero jamás el corazón peronista. Estamos los que hablamos del futuro, y el futuro es Mauricio Macri", indicó Ritondo.

Además, en su mensaje, ironizó con el ´Él y el Ella´ que habitualmente utiliza la presidenta Cristina Kirchner, al señalar que "Él es Perón, y ella es Eva Duarte", y "el presidente 2015 es Mauricio Macri".

Otro de los oradores fue el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Diego Santilli, quien recordó su pertenencia peronista y justificó su acompañamiento a Macri porque, según dijo, el mandatario porteño "hace peronismo".

"Como decía el general: mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar y Mauricio Macri es un hacedor. Él no se proclama peronista, él hace peronismo, por eso lo seguimos y por eso va a ser el próximo presidente de nuestra querida República Argentina", afirmó Santilli.

El plenario fue abierto por el coordinador de Propuesta Peronista, Eduardo Mondino, y tras las palabras de Alfredo Meckievi, González y Santilli, la diputada provincial santafesina Alejandra Vucasovich dijo que "el desafío en Santa Fe es salir casa por casa, pensando en el desafío de 2013, pero ya mirando hacia el 2015, en donde la meta es llegar con Miguel del Sel a la Gobernación".

De la actividad participaron algunos de los principales actores del elenco macrista como el ministro de Gobierno y armador político del PRO, Emilio Monzó; el jefe de Gabinete, Horacio Rodriguez Larreta; el ministro de Hacienda, Néstor Grindetti; además de los presidentes de los bloques de diputados y senadores bonaerenses del Pro-Peronismo, Marcelo Di Pascuale y Alfredo Meckievi, respectivamente; y las flamantes incoporaciones del PRO Adrián Menem y Pablo Rojo.

No faltaron a la cita el diputado nacional Jorge Triaca; el diputado bonaerense Gustavo Ferri; y los legisladores poteños Rogelio Frigerio; Bruno Screnci; Daniel Lipovetzky; Jorge Garayalde; José Luis Acevedo; Fernando Elias y Roberto Quattromano, entre otros.

Luego de los discursos, los dirigentes emitieron un documento bajo la consigna "Sin República no hay justicia social" y, pasada una hora de abrazos y apretones de manos, todos coincidieron en el escenario, al que ascendieron cantando la histórica marcha peronista.

Fuente: http://www.ambito.com/noticia.asp?id=637536

jueves, 17 de mayo de 2012

A raíz de debates sobre "la neutralidad"


Polémica entre Félix Luna y Arturo Jauretche

En estos días hay muchos debates y discusiones a raíz del rol de los periodistas, si es posible la neutralidad, diferenciar la objetividad de la neutralidad. Y neutralidad no sólo del periodismo y los periodistas: actores, ciudadanos etc etc etc.Encontré en un libro que estoy leyendo (Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner" de Norberto Galasso) esta polémica entre Félix Luna y Arturo Jauretche que me parece que viene justo para ese debate.

El eclecticismo de la Historia Social es llevado por Félix Luna a sus últimas consecuencias. Ello le vale una polémica con Arturo Jauretche en 1972. Con motivo de la exhibición de la película Juan Manuel de Rosas, de Manuel Antín, Luna sostiene que “el mismo primitivismo con que la historia de Grosso dividía a los argentinos en buenos y malos es el que campea esta película. La diferencia es que los malos de Grosso son los buenos de Antín y viceversa (…) Aquí se revive aquel viejo esquematismo con el más elemental maniqueísmo.” Jauretche le refuta sosteniendo que Luna se coloca “en esa posición de ´bendigo a tuti´ que desde un púlpito neutral le permite distribuir justicia mitad por mitad, eclécticamente”.
Luna recoge el guante y sostiene “Creo en la ecuanimidad” y con una estocada antiperonista agrega: “no soy de los que postulan “Al enemigo, ni justicia”. Y teoriza: “El país lo han hecho todos, con sus errores y con sus aciertos y usted mismo, le guste o no, está viviendo en un país estructurado por los hombres que detesta. Podrá intentar modificarlo peor no puede renunciar a él ni puede pretender que el país se desprenda de toda una mitad de su historia para asumir solamente la otra mitad”.
Desde la revista Dinamis llega, poco después, la respuesta de Jauretche: “Es que el doctor Luna supone que la posición revisionista en que estamos es una posición de jueces. El que se coloca en juez, puede ser ecuánime: nosotros no somos jueces, somos fiscales. Estamos construyendo el proceso a la falsificación de la historia y develando cómo se la falsificó y qué objeto actual  y futuro tiene esa falsificación. Nosotros no somos jueces porque la historia falsificada no está sentada en el banquillo de los acusados para que nosotros la juzguemos. Lo que queremos es sentarla en el banquillo para acusarla ante los jueces, que son las generaciones que vendrán (…) No (se) puede ser ecuánime hasta que no esté demolido el edificio de la mentira. Le pregunto al doctor Luna: ¿Qué estatuas están sobre los pedestales? ¿Qué retratos presiden todos los salines de las escuelas y de los edificios públicos de la república? ¿Qué hechos se rememoran oficialmente y cuáles se silencian?, ¿Qué dicen los programas escolares secundarios y hasta universitarios? ¿Qué enseñan las academias? ¿Qué dicen los grandes diarios? (…) No, Luna, no. `Iguala y largamos` como dice el jinete que se apresta a correr una carrera con otro. No es todavía el tiempo de la ecuanimidad porque para ello hace falta que todos hayan sido –hombres y hechos- medidos con la misma vara y que las oportunidades sean para todos iguales. ¿No se ha dado cuenta, usted Luna, que la Plaza 11 de Septiembre recuerda un episodio indignante y es una de las plazas más importantes de Buenos Aires?”.
Luego, agrega: “Un historiador riojano, De La Vega, escribió un libro que leí hace muchos años, cuyo tema era Mitre y este siglo. Al terminar, el riojano de La Vega quiso ser ecuánime y no halló mejor recurso que mandarlos a Mitre y a Peñaloza a los campos Elíseos para que allí, en ese Paraíso, se reconciliaran. No sé si lo hicieron, pero imagino que Mitre lo abrazaría al Chacho con las dos manos, mientras El Chacho no podría pasar por la cintura de don Bartolo más que un hay primero que ponerle la cabeza al Chacho”. Finalmente, sostiene: “No confunda, doctor Luna, ecuanimidad con encubrimiento. Y no crea que el revisionismo consiste en desnudar a un santo para verita a otro. No. Los santos que nosotros defendemos hace rato que están desnudos y lo que queremos es que los otros se saquen los ropones con que los han disfrazado –hombres y hechos- para empezar desde allí, entonces sí, una revisión también es una política de la historia y debe ser una política combatiente (…) Es un error frecuente confundir ecuanimidad con eclecticismo. Es lo que le pasa a ese desarrollismo hecho sobre la base de las palabras, puestas por el país y los hechos, puestos por el extranjero, que solo es una variante de la visión crematística liberal que impera en el país después de Caseros: hacer un país en cifras. Nosotros creemos que hacer un país es hacer hombres para que, a su vez, los hombres hagan el país”.
Una vez más queda al descubierto que el planteo de Luna –y de la Historia Social de la cual es su Grosso divulgador –conduce a vaciar a la historia argentina de toda pasión militante, de todo el interés vivo- de polémica ideológica y material- que le otorga la lucha de clases y que coloca al historiador como continuador de aquellas luchas, sumergido en una empresa colectiva que viene desde el pasado y aún está por concretarse. Si la Argentina la hicieron tanto unos como otros, según los Halperín y los Luna, quedan en el mismo plano las víctimas y los represores, los incorruptibles y los entregadores, los idealistas que lucharon por un mundo mejor y quienes empujaron hacia atrás por un mundo peor.
En esta glorificación del eclecticismo y este reconocimiento de víctimas y victimarios como iguales hacedores de la argentina, Luna y Romero (h) se abrazan, intentando legitimar su conducta con el argumento de que “las corrientes historiográficas eclécticas imperan en el mundo” o que “es preferible la tendencia al equilibrio  la conciliación, por parte dela sociedad argentina”. Olvidan –dada su sumisión ideológica a los países centrales- que la riqueza de los mismos (intercambio desigual, exacción imperialista, intereses de la deuda externa) morigera en ellos los enfrentamientos sociales y por ende la controversia ideológica y política; asimismo, olvidan que la clase dominante de la Argentina, agotado su período de esplendor, impulsa “esa tendencia general de la sociedad argentina hacia “la armonía”, por sobre los “conflictos”, pues ese aparente empate –el eclecticismo- le sirve tanto para resguardar su pasado como para consolidar su presente. En un país dependiente, un auténtico historiador debe privilegiar los “conflictos”, “los antagonismos” y asumir como propio el campo de lo nacional que es el de los trabajadores, aunque esa posición lo excluya de las cátedras, de las academias y de las queridas becas y así seguramente “hará” historia, no como Historia Social que según el propio Romero (h) se desarrolla “en consciente y firme apartamiento de las incitaciones y demandas de la conciencia histórica del pueblo que –sabíamos- se nutría de otras fuentes”, sino en plena consubstanciación con esa experiencia y esa conciencia histórica. El camino que ellos adoptan, en cambio, es someterse a la orientación general de las clases dominantes externas e internas que prefieren, por supuesto, un relato pleno de minuciosidades, armonías y conciliaciones o desviar la verdadera historia hacia las anécdotas de la novela histórica donde, en general, prevalece también esa concepción vaciadora y esterilizante de las grandes luchas sociales.
Es necesario, pues, no congelar la controversia y la pasión por descubrir la verdad, evitando que la historia sea promotora de la resignación y reemplace los proyectos colectivos por las empresas individuales donde las batallas no se dan por grandes banderas sociales sino por becas, prestigio y cátedras.
Arturo Jauretche en revista Dinamis reproducido en Las Plémicas de Jaurteche

De: Galasso, Norberto “Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner”, Tomo 1, Ediciones Colihue, 2011

domingo, 6 de mayo de 2012

No tenemos un lenguaje para los finales


 No tenemos un lenguaje para los finales,
para la caída del amor,             
para los concentrados laberintos de la agonía,
para el amordazado escándalo             
de los hundimientos irrevocables.
¿Cómo decirle a quien nos abandona             
o a quien abandonamos
que agregar otra ausencia a la ausencia             
es ahogar todos los nombres
y levantar un muro
alrededor de cada imagen.             
¿Cómo hacer señas a quien muere,
cuando todos los gestos se han secado,             
las distancias se confunden en un caos imprevisto,
las proximidades se derrumban como pájaros enfermos             
y el tallo del dolor
se quiebra como lanzadera
de un telar descompuesto.             
¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
cuando nada, cuando nadie ya habla,             
cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
de un mundo que ha perdido             
su memoria de un mundo.
Quizá un lenguaje para los finales
exija la total abolición de los otros lenguajes,             
la imperturbable síntesis
de las tierras arrasadas.
O tal vez crear un habla de intersticios,             
que reúna los mínimos espacios
entreverados entre el silencio y la palabra             
y las ignotas partículas sin codicia.

 Roberto Juarroz (Coronel Dorrego, Provincia de Buenos Aires, 5 de octubre de 1925 - Temperley, Buenos Aires, 31 de marzo de 1995), poeta y ensayista argentino.